miércoles, 14 de abril de 2010

Mi historia reciente en facebook status

No soy fanática de escribir en mi perfil facebook como me siento en realidad. Es una habilidad que me niego a tener. Prefiero cobijarme en el amable “anonimato” de mi blog. Sin embargo, el hecho de hablar en tercera persona tiene su encanto, es como desdoblarse en cada vez más y más identidades ¿Qué voy a hacer? Así pues, en lugar de escribirlas en la red social, les dejo aqui mis últimas historias al estilo facebook:
Madame Copo ha escrito el segundo borrador de su propuesta de tesis y maldice el momento en el que sus padres decidieron sacarla del Colegio bilingüe.
Madame Copo tiene serios problemas con los plazos. Particularmente, odia que en inglés le llamen deadlines. Le gustaría que existiera una terapia para solucionar su nulo manejo del tiempo.
Madame Copo ha aprendido que no es gracioso decir que necesita terapia en un país donde la terapia se toma muy en serio.
Madame Copo tiene la mejor asesora del mundo y va por el tercer borrador de su propuesta de tesis.
Madame Copo lleva más dos semanas conciliando el sueño a las cinco de la mañana y despertándose a las 3 de la tarde. Se niega a tomar melatonina.
Madame Copo tuvo que llenar un formato en el que tenía que poner el nombre de la persona a la que deben llamar en caso de que le pase algo. Después de tocar madera se dio cuenta que no quiere cargar a nadie con esa responsabilidad. Ahora entiende para que le serviría tener una familia.
Madame Copo se siente sola y quiere emborracharse.
Madame Copo llamó a su amante argentino y éste llegará en cualquier momento.
Madame Copo y su amante argentino tuvieron el peor encuentro sexual consensuado de la historia. Nulo entendimiento. Ella cree que él confundió su clítoris con un timbre.
Madame Copo no volverá a llamar a su amante argentino, aunque él ha decidido ser encantador. Le regaló un disco, le preguntó por sus amigos y está muy al pendiente de su último viaje a México. Ella mentirá y mentirá. No volverá a tener tiempo.
Madame Copo tuvo su última clase del año y algunos de sus alumnos le agradecieron por el curso. Feliz. Feliz. Feliz.
Madame Copo tiene muchos amigos que se han enamorado en las últimas semanas. Ella también quiere estar enamorada.
Madame Copo baila éxitos ochenteros y noventeros. Sigue con ganas de emborracharse pero leyó que hacerlo sola indica un nivel de alcoholismo.
Madame Copo no puede más y tomará melatonina.
Madame Copo durmió quince horas. Amaneció hinchada y molesta.
Madame Copo va comer a un restaurante elegantísimo y está nerviosa. Su acompañante es el más guapo y caballeroso hombre que ella ha conocido.
Madame Copo cree que es estúpido enamorarse cada vez más de su mejor amigo en Canadá. Es gay.
Madame Copo sabe que es estúpido enamorarse cada vez más de su mejor amigo en Canadá. No le importa.
Madame Copo cree que una fiesta sorpresa de cumpleaños 21 días antes de su cumpleaños es de lo más extraño que le ha pasado. Sin embargo recibió una hermosa bolsa de regalo.
Madame Copo ha subido de peso y se ve horrible en las fotos. Está triste.
Madame Copo disfruta sentada en el parque del sol que no calienta.
Madame Copo estará en dos semanas en la Ciudad de México. Se meterá a una cantina y gastará mucho dinero en una rockola.
Madame Copo se grabó cantando una canción y haciendo la coreografía. Se cae bien a sí misma.
Madame Copo va por su cuarto borrador de propuesta de tesis. No sabe porque no tuvo un antepasado inglés, cuyo espíritu pudiera asesorarla. Tan fácil que sería contratar una médium.
Madame Copo está feliz, pero está incompleta.

lunes, 8 de marzo de 2010

El soundtrack del martes

Where is my mind?

Mi propuesta de tesis está en calidad de primer borrador. La versión definitiva se encuentra atrapada entre los libros y mi creatividad. Un limbo extraño que ya me tiene catalogada como visitante frecuente. Este mes terminan las clases, mis estudiantes me ponen de buenas. Evaluarlos me pone de malas.
Here comes the sun

La temperatura va subiendo muy poquito a poco y el sol brilla con una energía que le envidio. Cuando cinco grados sobre cero hacen mi día casi perfecto, me doy cuenta de la eternidad de invierno en que he estado enredada.

Yo te quiero con alevosía…

El argentino volvió por cuatro horas. No dio explicaciones, pero tampoco las pide. Me gusta pensar que nuestra dinámica es la casualidad. Para compensar, en un lado de la balanza tengo sus ojos azules y en el otro, un par diferente, pero del mismo color, de una mirada inalcanzable. De repente me encontré entre un amor platónico y un amante casual. No me puedo quejar. Los dos son guapos, uno es más encantador que el otro, uno me necesita más que el otro, uno es adorable, otro me entiende, uno me cuida, otro me abraza mejor, los dos me hacen sonreír, los dos cantan, los dos son oportunos.
Por el momento, necesito a los dos siempre, pero sólo necesitaré a uno para siempre, a ese que se me recarga dos segundos en el hombro cuando se carcajea. Y nada de esto le importa a ninguno de los dos.


Voy por la vida hilvanando traspiés, como una estúpida…

Tengo la sensación de que estoy estropeando algo en todo.

domingo, 7 de febrero de 2010

La botella sin abrir

C: Tengo una botella de vino de tu tierra que me gustaría tomarme como a medianoche ¿Me prestas un sacacorchos?

A: Perdón que no te contesté antes, pero justo este fin de semana estoy con mi hijo y no vi el mensaje hasta recién, pero si todavía tienes la botella sin abrir te puedo prestar el sacacorchos el viernes que viene, ¿qué te parece?

C: Gracias por responder. La botella está intacta, así que el próximo viernes me parece perfecto. Ese día tengo una reunión académica a las 7, entonces, si te va bien, tú y el preciado sacacorchos pueden llegar al sótano en el que vivo a la hora que te quede mejor después de las 11.30 p.m.

A: Así será. Seguimos en contacto.

El pactado viernes llegó y C estaba en casa a las 10.30 p.m. Se perfumó el cabello, se cambió la blusa, se puso rímel en las pestañas, color en los labios, sacó la botella y dos vasos (porque no tiene copas), escuchó música, se tomó una cerveza, vio una película, se tomó otra cerveza, vio otra película, se quitó el maquillaje, guardó el vino, limpió la mesa, se puso la pijama y se fue a dormir. No ha recibido ningún correo electrónico nuevo y, sin embargo, ya entendió el mensaje.

martes, 26 de enero de 2010

Aquella época de mi vida

No es lo mismo estos dos mosqueteros que diecisiete años después. Cuando conocí al beisbolista yo tenía catorce y él tres años más. Hace un par de días cuando me encontré su invitación para agregarme al Hi5 me sorprendí, sobre todo, porque comencé a imaginármelo buscándome y localizándome en la red. Me dio ternura y luego vergüenza. Y es que, debo confesar, que a él le tocó aquella época de mi vida en la que yo tenía el mejor de los cuerpos y la peor de las almas. Y aún así me quiso. Creo que nadie me ha querido tanto, bueno, es cierto, a esa edad casi siempre se quiere así. Todos los días me llevaba flores (o las compraba o se las robaba) me escribía tarjetas, nos sentábamos en la banca de la escuela a escuchar cassettes (si, cassettes) en su walkman y me dedicaba No One Like You, aunque ninguno de los dos sabíamos inglés. Pero, sobre todo, me miraba. Se me quedaba viendo de tal manera que cualquiera creería que iba a recitarle la cura de la más rara de las enfermedades. Pero yo no sabía querer. Había tenido por casas un par de sucursales del infierno y en lugar de refugiarme en sus brazos le regalé su dosis de tormentos. Todavía me retumban en los oídos sus últimas palabras: ya déjame en paz, me tienes harto. Y tenía razón. Lo tenía harto. Me ahorraré los detalles por elemental pudor, pero créanme, en esa época yo era detestable. Cuando pasó el tiempo me prometí que, si un día podía hablar con él, me disculparía.
Me pareció, pues, que el destino me había mandado la ocasión pefecta. Entonces escribí un mensaje cordial en el que lo felicitaba por no haber dejado el beisbol y por haberse casado. De pasada, le ofrecía una breve, pero muy sincera disculpa, por haber sido, y cito, tan horrible. Le di click al botón de enviar, pero hi5 sólo dice “Lo sentimos, ocurrió un error inesperado mientras se validaba la información. Por favor inténtalo más tarde”. Hace mucho que esa página no me deja enviar mensajes, creí que esta vez, por ser una ocasión especial lo lograría, pero no, no fue así. No quiero dejar recado en su muro, no creo que sea prudente, pero no puedo enviar el mensaje privado y tampoco tengo su correo electrónico. Creo que no lo intentaré más tarde, así que supongo que el reclamo me seguirá gritoneando de vez en cuando. Estoy segura que verá mis fotos y se dará cuenta que ya no tengo la cintura de sesenta centímetros que tenía en 1992 y que estoy lejos de volverla a tener. Lo único que me gustaría es que esas mismas fotos le mostraran que, después de casi veinte años, tengo un alma mejor. Pero bueno, si se trata de deseos imposibles, mejor sería regresar el tiempo y no arrancarle corazón.

lunes, 18 de enero de 2010

Los que siguen, siempre

Es un invierno más noble que otros inviernos. Las temperaturas sobre cero grados han limpiado la ciudad de los guantes que se caen sobre la nieve que se cae sobre nosotros. Los que siguen, siempre, por todos los vagones del metro, los cruceros y los tranvías, son las personas que hablan consigo mismas. Por lo menos siete de cada diez veces que salgo me encuentro a alguien enfrascado en inacabables discusiones con interlocutores imaginarios. Hace un par de días en St. George station había un hombre que incluso hacía dos voces diferentes que se intercalaban en la conversación. Aunque casi nunca los miro, la mayoría de las veces trato de escucharlos. Repiten nombres, repiten situaciones, repiten, repiten. Es como si estuvieran atrapados en una fotografía que nadie más puede ver. Están preocupados, enojados y tristes. Andan por la ciudad como pagándole una condena a la desolación. No lo sé, quizá simplemente decidieron no luchar contra el abandono y han decidido cargar a cuestas con los fantasmas de quienes les rompieron el corazón.

domingo, 10 de enero de 2010

Sugerencias?

Pasaron los meses como se pasa una borrachera divertida, parece que no acaba nunca, parece que en cualquier momento se acaba, parece que queremos quedarnos allí siempre, parece que ya fue suficiente, parece que es hora de irse, parece, parece…
Se acabaron los exámenes. Los pasé con distinción. Soy una alumna distinguida. El 26 de noviembre, cuando me dieron los resultados de mi evaluación celebré a lo canadiense (una botella de vino y una cena elegante, brinquitos moderados, felicitaciones cordiales) y llegando a casa lloré a la mexicana (mucha emoción, muchas lágrimas, mucha música, muchas cervezas, muchas ganas de abrazarme de alguien y luego entonces tristeza por no tener con quien abrazarme y luego canciones alegres y luego me dije con mucho cariño que estoy muy orgullosa de mi y que yo me abrazo todo lo que me tenga que abrazar y luego me conformé con mis propios abrazos)
Estuve en la Ciudad de México por navidades. La vida se les cambió a muchos de mis amigos hacia el final del año, se les cambió para siempre, se les cambiaron las certezas. Y yo que no pude hacer otra cosa más que escuchar y no opinar y querer. Quererlos como la primera vez que los quise.
No sólo a los amigos les cambia la vida, también a los fantasmas. Godzilla encontró a alguien. Y bueno, él siempre tiene a alguien. Lo raro es que esta es la primera ocasión que hace pactos de fidelidad. Es la primera vez que se va a ir a vivir con alguien. Y me pareció increíble su elección, me pareció detestable. Me dio un dolorcito. Me rompió el corazón de un coletazo. No tanto por su ausencia como por mi soledad. Envidia que le dicen.
Regresé a Toronto con la firme decisión de ser buena (lo que sea que eso signifique) y decidida a no dejarme apabullar por la soledad (amorosa, que de amigos todo en orden). Chonita me dijo, pero Copo, debes salir a la calle, el amor no va a tocar a tu puerta. Horas más tarde su consejo me pareció acertado y ciertísimo. El amor no toca a mi puerta. Pero un amante de ocasión si lo hizo. Y lo dejé pasar.
No me quiero aprender su apellido y me niego a llamarlo por su nombre. Sólo le digo Argentino. Debo pensar en algo mejor. Sugerencias? Es amigo de mi amiga Portales, se conocieron hace muchos años en Montreal y sólo hemos coincidido un par de ocasiones en año y medio. Las dos veces se metió debajo de mis sábanas. Tiene los ojos azulísimos, la sonrisa de quien sabe que está haciendo algo mal y lo disfruta, es alto (lo cual me queda perfecto porque su corazón está muy lejos de mi alcance. Uno no se debe enamorar de los ángeles de cama). Tiene ese acento que fulmina (yo tendría amantes de todas las nacionalidades sólo por el acento) es gentil, muy divertido, se va a Japón de fiesta como quien va a la esquina a comprar sal, parece que te puede guardar todos los secretos porque no piensa guardarte en la memoria, tiene las manos grandes, la espalda ancha, la disposición de llegar a las dos de la madrugada, la gentileza de levantarse sin besarte, sin prometer, sin desayunar, sin quedar de llamarte. Quizá pasen otros ocho meses de aquí a que lo vuelvo a ver. Nunca he tenido un amante de ocasión y quizá si se enterara que es el único hombre que me ha desnudado en dos años se iría en el primer vuelo de regreso a Buenos Aires. Así que será mejor no llamarle. Ojalá no tarde en aparecer por msn y entonces le vuelvo a abrir la puerta, las botellas de alcohol, los brazos y las piernas. No lo buscaré, pero en cuanto él lo haga me encontrará (si vuelve a aparecer, claro, tampoco hay que ponerse tan optimistas) esta vez no le pondré pretextos como lo hice el año pasado. Total, que tire magia, música argentina, lecciones de lunfardo y vino por todo el departamento, no pasa nada, aquí nadie quiere enamorarse del otro. No sería capaz de hacerle algo así a un hombre tan simpático. Y menos ahora que estoy empeñada en ser buena.

lunes, 12 de octubre de 2009

Llegó todo y ahora respiro mucho mejor





Grité, lo más fuerte que pude en esta botella con mensaje al mar. El poeta con ojos color de cielo tenía razón, siempre hay alguien que escucha o percibe los sentimientos que descargamos. Y me llegaron todos sus abrazos, sonrisas de miel que he desayunado diario, kanjis que viajan desde la ciencia ficción para darme ánimo, cariños tapatíos que se pasean por Nueva York, las palabras de colores que el chico de la fotografía sepia escupe y yo me guardo en la bolsa, mariposas que mueven sus alitas detrás del ordenador...Llegó todo y ahora respiro mucho mejor. Son pastillitas para el alma que me van resanando el corazón. De reserva me quedé con un par de abrazos cálidos de más de treinta grados que me dejó un caballero, tengo planeado echármelos a los hombros cuando llegue la primera nevada. Pero, aprovechando el otoño, me saqué una sonrisa de detrás el espejo y me salí a buscar la ciudad. Tenías razón Srta. B. es preciosa. No sé cómo pude olvidarlo. Los árboles aún no sacan sus hojas rojizas, pero ya no tardan nada.
Desde el quinto anillo de Saturno me aconsejaron que me relajara. Eso haré. Les invitó un café o un té para que me sigan acompañando. Pasen, esta es su casa. Sólo un favor, no se me distraigan mucho en el Riverdale East Park de Broadview Avenue viendo el centro de Toronto,es difícil, pero hagan un esfuerzo y caminen dos calles más, aquí los estaré esperando, siempre mientras esté aquí. Gracias.