martes, 7 de abril de 2009

Mis palabras viajarían siempre de noche

El inicio de abril me sorprendió con nieve que no deja de caer y con temperaturas que han decidido pasarse al bando de los grados menos cero. Al semestre le quedan solo cuarenta y cinco días y tengo los nervios acumulados en la espalda, especialmente a la altura de los hombros…que ganas de que junio me devuelva los fines de semana y la tranquilidad aunque sea por un rato. A veces la fe se me escapa de paseo a Downtown, pero yo me la traigo de vuelta a como dé lugar. Ando de un positivo irreconocible.
Esta mañana me mire al espejo y me dio por pensar en la decisión que no tomé. Hace quince años, en la etapa crucial de las decisiones profesionales vivía con papá. A él, como a mucha gente, las humanidades le parecían “entretenidas” pero creía, firmemente, que no había un camino más corto para el fracaso y para “morir de hambre”. Por fortuna, después de pasar toda la vocacional en la especialidad de físico-matemáticas y dos semestres en ingeniería biomédica por fin tomé valor y me decidí por la historia. Siempre me agradeceré esa tardía pero crucial jugada. Mis hermanas no lo hicieron y su futuro es completamente diferente al que imaginaron, estoy segura.
Siempre amé a la historia y lo sigo haciendo. Pero entre los 11 y los trece años, su fuerte rival era la locución radiofónica. Pasaba horas enteras soñando con mi voz saliendo del estéreo de los autos y de las grabadoras. Siempre de noche, mis palabras viajarían siempre de noche. Entre las luces de la ciudad (porque mi cabina de transmisión era de cristal, altísima y se podía ver todo el valle de México) había gente que sonreía conmigo, que apretaba un botón solo para que tuviéramos una cita, que me dejaba ser parte del final de su día, que se preguntaba cómo era mi cara.
Recuerdo perfectamente que en las dedicatorias de despedida de la secundaria, juré a muchos de mis compañeros que un día escucharían mi voz en el lugar menos esperado, antes o después de una canción. A papá le pareció una pésima idea y me dijo en un tono que más bien parecía un grito que no servía de nada tener una licencia de locución, que escogiera algo útil como la ingeniería. Por eso estudie en la vocacional número 7. Me puse muy triste y grabé un ensayo de programa en un cassete… no me gustó lo que escuché. A partir de ese momento me convencí de que mi voz no era “radiable” y abandoné esa idea. Hoy día no me siento a gusto con la voz que tengo. Me han dicho que es nasal, que grito…en fin, quizá fue una buena idea después de todo. Es sólo que esta mañana me acordé de mi cabina de cristal y me dio por preguntarme si en verdad lo hubiera logrado, si hubiera tenido éxito, si hubiera sido feliz en esa realidad alterna.

6 comentarios:

El peregrino dijo...

Anda guapa, gracias por visitar mi blog y leerme. Yo también ahora hago lo propio.
Me gusta ese hablar tuyo en primera persona y leer este post que sabe a nota íntima de un diario y que decides compartir con todos.
Si me lo permites pondré un enlace desde mi blog al tuyo y si te mola el mío pues...
Saludos desde Bogotá siempre fría y andina, en la que de nada vale esperar junio.

Mariposa Tecknicolor dijo...

...y tu y yo viajaríamos en coche.

Comparto un poco ese sentimiento tuyo. Yo estudié la prepa en físico matemáticas también, iba para ingeniera textil pero siempre supe que lo quería era escribir. Y eso que, como sabrás, la onda de textiles me gusta un chorro, pero en el fondo le hice caso a mi corazón.

Esas decisiones no tienen precio.

Qué gusto saber que estás contenta con lo que ha dado fruto de ese tiempo a esta parte.

By the way... yo sería tu fan number one. Sabes que me dedico a analizar la radio, sabes que la amo y sabes que tu voz me pone mega alegre.
Me la pasaría llamando y mandando recaditos a tu cabina de locución.

Bonitas reflexiones de día por la mañana.
TE QUIERO MUCHO.

Edu dijo...

Vaya nieve por ayi, por aqui nieva luz de primavera...a mi tambien me encanta historia, aunque al final estudie medio ambiente, uno solo no es lo que desea, sino lo que las circunstancias le dejan ser.
Un Saludo.

Anónimo dijo...

Si, la voz me da miedo. No la tuya –pues no la he escuchado- hablo de la mía. Por eso, prefiero el silencio que me inspira.






Pero que descortés y grosero soy. Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación...™

Bismark Estrada dijo...

Excelente forma de contarlo, pero sobre todo tu vivencia me identifica en momentos...

Me gusta tu forma de narrar las cosas, porque fluyen y se dejan sentir.

La voz no es algo facil de utlizar, a mi tampoco me gusta, pero a pesar de eso muchas veces intente probar como sonaba, claro que nunca fue de mi agrado...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Si, pues cambie el URL de mi blog, fue por eso que tal ves no pudiste acceder, solo hay que actualizar “Estrellas que visito” para que todo ande bien. Saludos.





Pero que descortés y grosero soy. Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación...™