viernes, 27 de febrero de 2009

Desde el lado del absurdo

Son las 4.30 de la madrugada y entre ayer y hoy he dormido como cuatro horas, comienza a dolerme la cabeza y cada vez me cuesta mas trabajo leer. Sin embargo, no dejo de pensar en dos cosas: la historia del trabajo en latinoamerica y su llamada. Alrededor de las 10 de la noche me lanzo la pregunta, asi como quien dice: pasame la sal. Te molestaria si salgo con alguien? Y yo dije que no, mientras buscaba la cita textual que se me habia perdido en el libro por estarlo escuchando. No? replico el. Por supuesto que no, ademas, tu sales con ella por lo menos desde diciembre, tiene muchisimo tiempo que tu y yo no tenemos una relacion y tenemos casi dos paises de por medio, porque habria de molestarme si sales con alguien? Es mas, deja de decirle alguien y llamala por su nombre, que al fin y al cabo ya se quien es. Y mientras tanto, mi cita textual seguia sin aparecer. En verdad me sentia tranquila, la ultima vez que hable con el, cuando me di cuenta que estaba enamorado, estuve triste, pero mas por mi soledad que por su ausencia. Esta vez me senti casi feliz de que no hubiera drama en mis ojos, el literato es caso archivado, pensaba, mientras seguia tecleando mi ensayo en la computadora. Sin embargo, desde el lado de lo absurdo el me hizo una peticion rarisima: Solo quiero pedirte un favor, tu no salgas con nadie. En ese momento deje de teclear y de buscar la bendita cita... que me estas pidiendo que? Que no veas a nadie, dame un plazo, hasta mayo, si no ha funcionado con ella me quedo contigo.
En ese momento me quede pasmada y luego comence a reirme. "No te rias", dijo, "es que tengo miedo de que no funcione, ella es muy joven, no le gustan los Beatles y me lleva a conciertos de industrial". Solo este departamento sabe que guarde la carcajada en el cajon del escritorio para que no estallara en medio de la conversacion. Que hace un tipo como el en un concierto de esos? Si bien dicen las abuelas, jalan mas dos tetas que dos carretas. Y yo que tuve que aguantar un sin fin de peroratas porque no le gustaba Joaquin Sabina y nunca me quizo acompanar "a un espectaculo tan desagradable" (y que conste que mis tetas jalarian mas que dos carretas, pero nunca pudieron jalarlo a el).
Por supuesto que lo mande al diablo. Le dije que si yo queria saldria con alguien. Que le pasa? desde cuando me converti en una refaccion o en un anuncio del segunda mano? Me contesto que igual estaba yo tan ahogada de trabajo que no me daria tiempo de tener citas, asi que el plazo se cumpliria y, si el fracasaba volveria por mi. Su arrogancia me molesto, pero me aterro mas la idea de que tenga razon. Pensandolo bien, no he tenido ninguna cita con intenciones amorosas desde que el y yo terminamos y de eso ya hace mas de dos inviernos y tres primaveras. Por si las dudas, la senorita Portales me ayudara a diseminar el rumor entre los amigos cercanos al literato de que me gusta alguien, esto, por supuesto, en unas semanas. Por lo pronto yo sigo pensando en la historia del trabajo en Latinoamerica y en su llamada...no quiero que llegue mayo y lo encuentre abandonado buscandome. No quiero que llegue mayo y me encuentre sola, aferrada hasta los dientes de mis citas textuales o de mi cita fantasma. Caramba chicos, donde estan? soy un encanto, no es tan dificil enamorarse de mi.

domingo, 22 de febrero de 2009

Ni la cara ni la voz ni la sonrisa viva

No ha dejado de nevar, el frio se me ha metido en el pecho, justo donde no llega la calefacción. Tengo los patrones de sueño más desajustados de mi historia. Hay ocasiones, como hoy, en que no he pegado el ojo y ya son casi las ocho de la mañana, otros días puedo dormir 15 horas y no hay poder humano que me levante. Estuve frente a la computadora por horas y horas pero no trabaje nada. Amanecí triste. De esa tristeza que no se explica, de esa que se te pega al cuello y te estrangula. Estuve todo el día tratando de hablar con alguien pero todos los teléfonos que tengo estaban ocupados o nadie contestaba. Cuando estaba en México todos los días recibía llamada al fijo o al celular. Sabia en que iba la vida de todos mis amigos, ellos sabían en que iba la mía. Ahora las cosas han cambiado, no tengo teléfono que suene, no tengo mucha vida que contar. La mayoría de mis contactos son contactos-respuesta. La carta del comandante es respuesta de una que le envié yo primero. Se en que va la vida de mis amigos porque yo les llamo y siempre se disculpan porque no tienen tiempo de mandarme un correo. Yo tengo todos sus referentes, así que me pueden hablar de su vida y yo la sigo. Ellos no tienen los míos, no saben los nombres de las personas con las que me junto, ni como son, ni las clases que tomo, nada sobre mis profesores ni mi casa. Siempre me preguntan por el clima y ya. No es su culpa, debe ser que no me he sabido explicar. Hoy amanecí triste, de esa tristeza que no se explica, pero se siente, tristeza de desarraigo porque lo amigos de siempre ya no saben quién soy yo. Me siento sola y muda de dolor. Me siento sin fuerzas. Me parece increíble, no conozco ni la cara ni la voz ni la sonrisa viva (solo la tuya Mariposa) de ustedes que, últimamente, son los únicos que saben mis anécdotas. Me parece increíble que mi alma sobreviva de la cotidianidad que he hecho en este blog. Me parece increíble que mi voz sean estas letras, porque hay días, como hoy, en que me duele hablar y se me pasan las horas sin oírme a mí misma porque no tengo nada que decirme en voz alta ni tengo ganas de cantar. Quiero que me abracen. Quiero dejar de llorar desde las tres de la tarde pero no he podido. Me duele la cabeza. Necesito tocar a alguien. Necesito un beso en la mejilla. Necesito que se acuerden de mí más seguido. Necesito que mis angeles electronicos sigan dandose la vuelta por aqui, porque se me han vuelto indispensables.

jueves, 19 de febrero de 2009

La nieve de febrero

Hay cosas que no se van completamente. Una de esas es el invierno canadiense. La semana pasada habíamos tenido temperaturas sobre cero grados y eso daba una sensación de libertad que no había tenido antes. Me sentía contenta de no tener que llevar dos suéteres, gorro y guantes, hasta las botas de invierno se habían ido al armario. La nieve se había derretido por completo, ya no era necesario hacer malabares a la entrada de la casa para quitarse las botas y tratar (sin éxito) de que el recibidor no se llenara de agua y arena.
Sin embargo ayer, cuando abrí las persianas, lo primero con lo que me encontré es con la calle tapizada de nieve y los copos cayendo, como formando una cortina de arena blanca. El invierno regreso de su descanso. Supongo que se queda, por lo menos, otras tres semanas y luego a esperar de nuevo a que toda la tapicería blanca se derrita. A esperar entonces.
Hace rato salí a caminar, se me está acabando el tiempo y las ideas no fluyen con la rapidez que quisiera, eso de escribir en inglés me resulta muy, muy complicado. Es como si una niña de primaria estuviera tratando de escribir ensayos de doctorado, me siento sumida en la desventaja, pero todavía no caigo en la desesperación. Espero mantenerme a salvo.
En mi caminata nocturna sentía el viento azotándose en mi cara, hacia mucho y eso acentuaba la sensación de frio. Sin embargo el viento también levanta la nieve del suelo y se formaban remolinos blancos que brillaban, eso me puso contenta. Quizá lo que menos me gusta es que a veces la nieve comienza a derretirse y luego se congela otra vez, eso provoca que se hagan capas de hielo que están a la espera de tirar a alguien. Me he puesto muy lista y no me he caído, pero vivo con el miedo constante de su acecho.
También vi a un muñeco de nieve con su sonrisa de carbón. Qué raro, tantos meses de invierno y nunca había visto uno. Lo salude cordialmente: hello Mr. Snowman. Why are you so smiling? No espere su respuesta y seguí por la calle hacia el mejor destino de mi caminata: mi buzón. Lo abro con frecuencia, pero casi siempre está lleno de propaganda y estados de cuenta. El correo electrónico le robo su protagonismo… cielos, cuantas palabras habrán encontrado su voz al abrir un sobre? No soy capaz de imaginar el cumulo de sensaciones que podía guardar una oficina postal. Hace unos momentos tuve mi propia dosis. Allí dentro de mi buzón estaba esperándome una carta de mi amigo, el Comandante Mena. Di brincos de alegría y me vine a casa a toda prisa, a riesgo de caer en la trampa de las capas de hielo. Leí su carta cinco veces seguidas. No cabe duda, es casi mágico. Ese sobre estuvo hace 10 días en México y ahora está conmigo, es como si el Comandante y yo nos hubiéramos estrechado la mano. Hoy esta sonrisa nadie me la quita.

sábado, 14 de febrero de 2009

Notas breves

I
Esta semana ha sido un torbellino. Montañas de trabajo y el tiempo se va acabando, el tiempo no pasa, se va corriendo, tengo a la inspiración encadenada al escritorio para que no se vaya con él.
II
Tengo los patrones de sueño totalmente alterados, paso las noches en vela y quiero irme a la cama a las 7 de la mañana, eso de andar con el horario europeo no me conviene nada. Por el día he dormido muy poco porque tengo mucho trabajo y clases. Estoy sorprendida porque anoche me dormí a las 11 p.m y hoy me desperté a las tres de la tarde, es mucho, fueron más de doce horas. Soñé con comida mexicana (otra vez) y tuve otro sueño en el que defendía a una niña pequeña de unas tías malvadas. Me gustó, porque casi nunca puedo recordar mis sueños. No me gustó porque desperté cuando estaba a punto de comerme unos tacos.
III
Hace mucho tiempo que no festejaba San Valentín. Cuando iba en la secundaria me gustaba mucho traer mi suéter verde del uniforme lleno de corazones de terciopelo que algunas de mis compañeras hacían para regalar a todos los del salón. A veces recibía tarjetas o paletas rojas, siempre de mis amigas, (no tuve novio hasta la vocacional y nunca tuve un admirador secreto) pero me encantaba hacerla de Cupido y pasar cartas anónimas. Siempre fui muy confiable, nunca revelé el nombre de los autores de esas cartas de amor.
IV
En realidad no estoy festejando San Valentín. Ahora estoy en la biblioteca, donde tuve una cita de estudios con mi amiga y vecina Karlee. Estamos comiendo chocolates y dulces, eso cuenta supongo. Es como un San Valentín congruente con dos estudiantes de doctorado. Por lo menos no estoy en casa, como en años anteriores, uniéndome al coro de los que odian este día y deseando, secretamente, que me vuelvan a dar corazones de terciopelo y paletas.

martes, 3 de febrero de 2009

Retomando el rumbo

Toronto, durante el invierno, es gris nevado. Sin embargo, ayer el día estuvo brillante y sin viento, lo cual lo hizo menos frío. Se acabó la huelga y la universidad está otra vez llena de ruido, de gente, de trabajos por entregar, de histeria, de mi felicidad. Estar de nuevo con la nariz metida en los libros es lo que le da sentido a mi estancia en esta ciudad, a eso vine. Soy una nerd sin remedio, llegué a clase con nervios como si fuera el primer día, pero confiada porque esta vez ya conocía a mis compañeros, confiada porque mis compañeros ya son mis amigos.
Leímos un libro largo y difícil, pero no estaba dispuesta a dejarme vencer porque ya le había dedicado dos noches y mil notas en el cuaderno, así que cuando la discusión comenzó no me deje amedrentar por el idioma y participé muchas veces, haciendo mi papel de heroína cuando comenzaba a invadirnos el incomodo silencio después de una pregunta de la profesora (ya se sabe, ese silencio interrumpido solo por las hojas y hojas que se pasan esperando que la respuesta nos brinque a la lengua). Cuando la clase terminó, yo me sentía feliz. Había hecho bien mi trabajo. Para ayudar a mi ego, la profesora me dijo que le gusto mucho la manera en la que di la hipótesis central del libro y las chicas comentaron, entre risas: Copo, que bueno que viniste, porque de otra manera esta clase hubiera sido una masacre. Misión cumplida, rescaté a las damas en peligro. Qué bien debe sentirse el hombre araña cuando termina su día. Me merezco una estrellita dorada en la frente. Camino a casa, me vine pensando en lo fácil que es pasar noches en vela cuando estas enamorada. Yo lo estoy, hasta la médula de los huesos, de la historia. Estoy retomando el rumbo y Clío me lleva de la mano. Esperemos que se quede hasta diciembre. Después, las dos nos podemos tomar unas vacaciones.

domingo, 1 de febrero de 2009

Más sombra que anécdota

Close your eyes
clear your heart...
cut the cord

Hay cosas que simplemente no deberían de hacerse. No. Una de ellas es dejar acapararse por la soledad y llamar a un ex esperando palabras transparentes, llenas de amor, de nostalgia por el pasado, palabras que narren una vida que dejó de tener sentido desde que te fuiste. En el mejor de los casos (y este era el mio) esperas que la llamada esté llena de palabras sucias, de sexo ardiente, de fantasías eróticas que espanten a la misma Mesalina. Y es que pienso, no es que yo no sea capaz de fabricarlas por mí misma, pero si no puedo tener otro cuerpo conmigo, por lo menos puedo conseguir algún invitado de fin de semana al otro lado de la línea, porque la voz en off de mi mini-mundo-porno me pidió un día de descanso.
Por supuesto le llamé. Sé de memoria que clase de cosas podrían llevarnos al sexo telefónico. Estaba lista, emocionada y dispuesta. Las palabras comenzaban a derretir la nieve de mi balcón y la escarcha de mis labios. En fin, no sabía que iba más rápido, si los latidos de mi corazón o la ansiedad de mis dedos. Sus narraciones siempre fueron extraordinarias, nunca repite escenarios, caricias o situaciones. Es un profesional de las letras. En esta ocasión decidió integrar a una chica en la historia, a una que no conozco personalmente, solo sé que tiene diecinueve, que tiene unas piernas que le encantan, la piel más suave del mundo, “manos de pájaro” y que después de los orgasmos parece “un charco de luz sobre las sábanas”. Me detuve en seco (bueno, en húmedo, pero me detuve). Dejé de participar en su monólogo y él ni siquiera lo notó. Hacía poco más de diez minutos que yo no aparecía en este cuento (que llevaba trece minutos) y parece que hace más de varios meses que yo no aparezco ni en sus recuerdos. Lo único que quería era un poco de pornografía telefónica y a cambio no sólo me borran de la narración de un plumazo sino que me doy cuenta de que soy la única escucha de una historia de amor: la suya, la nueva, la que está estrenando, la que hizo que le brillara la voz cuando me contesto. Me sentí indignada, llamé de larga distancia buscando una sucia narración y me dan una novela rosa, llena de amor, un verdadero fraude.
Cuando salió de sus recuerdos y me pregunto qué era lo que estaba pasando, le dije: Estropeaste la rutina, estas enamorado. No contestó nada, siempre fue una maraña de acertijos a la que hay que dedicarle más de una hora para que diga, simplemente, sí o no. Después de un rato descubrí que sí, que lo está intentando, que es un hombre que “ha madurado” y que quiere una relación en la que no cometa los mismos errores que en el pasado, “ella si merece que la trate bien”. Me acomodé la ropa y me despedí rápido, sin explicaciones, tratando de ser más sombra que anécdota en su domingo. Estuve triste un rato, solté unas cuantas lagrimitas y es que, perdón el drama pero… caray! qué suerte tiene para las mujeres jóvenes desde hace tres años, qué suerte tiene para que lo quieran tanto, desde todas, desde mi, desde siempre, qué mala idea haberle marcado. Y no por la idea del sexo, sino porque no pude evitar llamarle…simplemente, porque no puedo cerrar los ojos, limpiar el corazón y cortar el lazo. Simplemente, porque yo no tengo mi propio protagonista y mis antiguas estrellas ya tienen trabajo en otras historias. De amor, por cierto.